Hubo un tiempo en que nadie quería beber Red Bull.
Era raro, sabía diferente y encima venía en una lata delgada que no se parecía a nada en el mercado.
Los distribuidores lo rechazaban. Los supermercados decían que no venderían ni una unidad. La competencia se reía.
Entonces, a alguien dentro de la empresa se le encendió la bombilla y dijeron: «Si nadie nos quiere vender… nos venderemos nosotros.»
Pero había un pequeño problema: no tenían dinero para publicidad.
Entonces hicieron algo que hoy parece una obra de arte del marketing callejero.
Enviaron a su equipo de marketing a los bares y discotecas más exclusivas, donde estaba la gente joven, cool y con ganas de marcha.
Y en lugar de regalar la bebida… dejaron los botes vacíos tirados en las calles, en las papeleras y en las mesas de los bares más concurridos.
El efecto fue inmediato.
La gente empezó a pensar: «¿Pero esto qué es? Todo el mundo parece estar bebiéndolo. Debe ser algo grande.»
Sin gastar un solo euro en anuncios, crearon la sensación de que Red Bull era La bebida de moda.
De repente, la demanda explotó. Los distribuidores llamaban a la empresa pidiendo cajas. Las discotecas querían tenerlo sí o sí. La gente pagaba más por esa lata delgada y rara que por cualquier otra bebida.
Así es como una marca desconocida y sin presupuesto se convirtió en un imperio mundial.
Y aquí viene la enseñanza…
Tener un buen producto no es suficiente. Necesitas conocer a tu público y hacer que ellos te descubran (y crean que la idea fue suya).
Red Bull sabía exactamente quién era su público: jóvenes con ganas de marcha, universitarios, gente que buscaba energía para sus noches de fiesta.
No gastaron dinero en publicidad. No intentaron convencer a todo el mundo.
Fueron directos a donde estaban sus clientes ideales… y los hicieron sentir que Red Bull era la opción más natural.
Bien pues esta es una historia real de como una empresa utilizando su imaginación y mucha creatividad puede hacer cosas extraordinarias.
Y por si esto fuera poco, además, en esta época hemos tenido la suerte de encontrarnos con la revolución de la inteligencia artificial.
Pero ¡ojo! tienes que saber a utilizarla.
Si eres de los que de verdad han entendido la necesidad de saber utilizar esta tecnología a su favor, dejar tu email puede ser interesante.
Si no, espero que hayas tenido buena lectura.
Para la gente interesante de verdad, aquí abajo tu email.
PD. Arriba.